Oh dulce y amoroso San Antonio, cuyo corazón siempre estuvo lleno de simpatía humana, susurra nuestra oración a los oídos del Niño Jesús, a quien le encantaba permanecer en tus brazos. Una palabra tuya y nuestra oración será concedida. ¡Oh, habla pero esa palabra y la gratitud de nuestro corazón será siempre tuya! Amén.